miércoles, 25 de junio de 2014

Chaos

A menudo, el mundo se me viene encima. De repente, me hallo luchando contra mis propios demonios, contra mí misma. Contra todo lo que soy, lo que quiero ser y no debo, lo que puedo ser y lo que no logro conseguir. Late en mí una tormenta eléctrica, fría, impredecible, que me cala los huesos, y cada gota de angustia navega en mi sangre. Me inunda mi propia desdicha. Saltaría de cualquier puente.
Y yo sólo tengo que lidiar con mis propios problemas. Gracias a Dios, no sostengo cada desastre del mundo sobre mis hombros, que son muchos desastres. Cómo de oscura y triste se tornaría mi mirada.
Gracias a Dios...
Dios, ése sí debe estar al borde del suicidio.

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