La vida no siempre es injusta; pero siempre será recíproca: te da lo que recibe. Hoy soy feliz porque recogí la cosecha que un día sembré, porque sufrí dudas, inseguridades, caídas y mil golpes, pero me levanté, y hoy tengo aquello por lo que luché: una vida completa.
Tengo una familia maravillosa que me ha dado la vida y me ayuda a crecer, ellos son mi primer gran logro; tengo a mi niña, una amiga, a la que adoro desde que nací y nunca dejaré de adorar hasta el día en que muera; y tengo a mi bicho, mi pareja, quien me enseñó a amar de verdad y con quien cada día descubro una nueva y mejor forma de ver la vida. Ellos son los únicos que verdaderamente importan, no necesito más. Nada de riquezas o lujos: ellos son mi TODO, son el motivo por el que tras cada caída, siempre me voy a levantar. Y al igual que son mi gran fortaleza, en ellos hallo también mi mayor debilidad: pues es cierto que cruzaría desiertos y lucharía contra los más horribles monstruos con tal de verles sonreír... y su dolor es mi dolor, sus lágrimas en mí son mil puñaladas.
Hoy sólo puedo dar las gracias, porque estas personitas son lo mejor que la vida podía haberme dado, y jurar una promesa desde lo más profundo de mi alma: hacer lo imposible por conservarlas a mi lado y cuidarlas para siempre, con toda la dedicación y responsabilidad que eso conlleva.
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