sábado, 11 de mayo de 2013

Impossible.

Todo el mundo reconoce el encanto que guardan los amores imposibles. Yo diría que todo se reduce al subidón de adrenalina, el paso de 0 a 100 en una fracción de segundo, cuando una sonrisa o mirada valen más que mil cartas de amor y todo esto es excusa suficiente para implicarnos de nuevo, aunque parezca, precisamente, imposible conseguir algo más que todo esto. El amor imposible es el amor contradictorio. Es el amor más conformista y el más avaricioso. Es también el más insano, rozando lo autodestructivo, ya que crea una dependencia extrema a algo inexistente. Como resultado de esto, el enamorado nunca puede sentirse saciado. Porque lo cierto es que nadie puede depender de alguien que no le corresponda de la misma manera, o incluso de alguien a quien no conoce. Pero por algún extraño motivo, ahí está el amor imposible, cobrándose víctimas desde hace tanto tiempo como soñadores ilusos hay en este mundo.
Pero, ¿sabes una cosa? Los amores imposibles no se superan, no se olvidan, no se entierran nunca. Un amor imposible es una herida siempre abierta. Los amores imposibles no se sustituyen, porque nadie puede sustituir a nadie, y porque todo fue especial, único, intenso, todo fue como fue porque era imposible. La incertidumbre de lo que no pudo ser siempre estará, y esto es inevitable. Quizás, se deba a que los ideales nunca se destruyeron, a que los sueños e ilusiones permanecen intactos, de alguna forma congelados en el tiempo. Por más que te esfuerces en negarlo, se trata de algo irremediable.
El truco está en aceptar que hay algo mejor. No será igual, pero eso no significa que no merezca la pena ni mucho menos. De hecho, es probable que obtengas todo aquello que una vez anhelaste y que te maravilles descubriendo todo lo que creíste que no existía. Sintiendo tus sueños realizados. Vas a ser feliz en el momento en que dejes de imaginar para vivir, justo en el instante en que abras los ojos, dejes de engañarte y salgas en busca de lo que mereces.
Todo el mundo reconoce el encanto que guardan los amores imposibles, y yo no lo niego. Sólo digo que todo el mundo tiene derecho a vivir un amor real.

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