martes, 3 de mayo de 2011

¡Cuánta variedad!

Caminando.


Allí está él. Es moreno, o es rubio, puede ser alto o bajo, también podría tener una sonrisa bonita. Pero eso no importa demasiado.
Me resulta gracioso su manera de andar, mirando al suelo, ¡cómo si se fuera a caer! Lleva unos auriculares negros. ¿Qué clase de música estará escuchando?
No puedo evitarlo, y sonrío. Me mira de reojo, tímido, y ve cómo lo hago. Vale, creo que se ha puesto rojo.
Camina más rápido, ¡cómo si fuera a moderle! Ya no lo veo.


Dos pasitos más tarde...
Lo primero que me llama la atención es su grandísimo bolso rosa. Luego me fijo en que lleva unos tacones enormes, del mismo color. Atrevidos, rompen el silencio de la calle con su monótono "Toc, toc, toc..."
La chica tendrá unos 16 años, aunque intente aparentar más, su rostro aniñado le delata.
¿Cuánto tiempo habrá pasado frente al espejo para conseguir ese peinado? ¿Y para maquillarse...?
Me pregunto con quién habrá quedado.
"Toc, toc, toc..." Sus tacones, junto con ella, se alejan, hasta desaparecer.


La calle, ahora, se llena de un sonido dulce, infantil. Una niña pasea, junto a su padre, un perro. Éste posee un pelaje frondoso. Sobre su cabeza lleva hecha una coleta. La sujeta una goma de color azul.
Ella ríe, divertida ante el comportamiento animado y juguetón del pequeño animal. Me viene a la cabeza la chica del bolso y los tacones rosas. ¿Por qué tanto esfuerzo por crecer?


Más tarde me encuentro con un muchacho. Camina despacio, exhibiéndose, chuleando. Recuerdo al primer chico... no tienen nada que ver.
Su mirada es altiva, sus ojos analizan a todo el que pasa. De arriba a bajo.
En su cara forma una mueca, y creo que sonríe... creo.
Me ha visto.
Ahora, parece que se burla de mí. Suelta una carcajada. ¿Qué clase de carcajada es esa?
No, no ríe. Sólo lo finje.
Así, a simple vista... diría que es gilipollas.
Ni le miro. Al igual que el resto, se pierde al final de la calle.

Llego a mi destino.
¡Cuánta variedad!



2 comentarios: