jueves, 29 de mayo de 2014

Delirium tremens.

Ven. 
Que si vienes, te invito a una copa, te dedico una noche, y me cuentas, o me cantas, qué hay de tu vida, qué hay de los sueños que no pudiste cumplir. Yo te hablaré de mis días perdidos, de mi locura y mi cordura, de que me volví fugitiva. Y cuando se te canse la lengua de charlar y charlar, te cedo mi hombro, mi cuello, mi alma, mi todo. Muérdeme si te hace falta, tómame muy poco a poco.
Prometo reírme, quererte. Prometo hacerte volver mañana, si quieres, si vienes... 
Si vienes.

De bares.

Allí estaba, subido al escenario, viviendo en un mundo que creí que era mío. Vi tus labios curvarse en primera fila y no, no era mío, era tuyo. Todo el mundo, y todo yo, todo tuyo (todo tú y yo).
Desde entonces, vivo esclavo de una sonrisa anónima, y a veces, cuando todo se turba después de un par de copas, creo verte y no sé si es el alcohol o tu recuerdo lo que me produce resaca.
Ojalá el próximo sábado pida mesa para dos.

Medicina avanzada.

Pretendemos extirparle el foco del dolor, así sanearemos la zona, luego simplemente se trata de cerrar y esperar a que termine de curarse solo. La operación es sencilla, pese a ser a corazón abierto, en esta clínica la llevamos a cabo con relativa frecuencia. Está en buenas manos.
El problema es la recuperación. Bueno, ya sabe, el corazón es muy delicado, recuerde que pretendemos sellar los pedazos rotos. Evite cualquier olor que le recuerde a él, cualquier imagen, cualquier cosa. El mayor alimento del desamor es el recuerdo, y una segunda intervención sería muy arriesgada.
Si sigue nuestras instrucciones, pronto podrá rehacer su vida. Sin embargo, no podemos garantizarle si podrá volver a amar...

Recíprocos.

Ella componía música, escribía poesía, pintaba paisajes de ensueño que no tenían su origen en este mundo. Ella tampoco pertenecía a este lugar durante sus "brotes".
Así los llamaba, ya que, curiosamente, sus facultades artísticas sólo salían a flote en determinados momentos. Aunque más que salir a flote, salían despedidos y se desbordaban por los poros de su piel. Todo era vida durante esos brotes, que como cualquier ser viviente, morían en sí mismos.
Jamás supo el por qué, pero toda aquella magia se desvanecía con la misma rapidez con la que aparecía. Jamás supo que todo eso pasaba únicamente cuando él la pensaba.
Porque la pensaba así, bella, brillante, perfecta, caótica, genuina. Cuando él veía una rosa, una estrella fugaz, la primera gota de agua que anuncia la lluvia, el primer rayo de sol, la recordaba, la amaba.
Y sólo entonces, ella se convertía en amor.

De donde nace el viento.

Digamos que existiera el alma. Supongamos que realmente existe una especie de soplo vital, una parte de nosotros ligera y perfecta, divina, inmortal, que se nos revuelve por las entrañas deseando salir.
¿Y cuando sale, qué? ¿Volverá a meterse en otra cárcel de hueso y músculo, condenada a vivir otra lucha contra la mortalidad?
Pues no, claro que no, por supuesto que no, no es tonta. Va y consigue lo que sueña: viaja.